El camino del artista es un viaje profundamente personal y transformador, pero no siempre es fácil. En la obra El Camino del Artista de Julia Cameron, se nos invita a embarcarnos en un proceso de descubrimiento y sanación, un proceso que, aunque lleno de posibilidades, también viene con una gran resistencia. En mi experiencia personal, he llegado a la conclusión de que esta resistencia es natural, pero al mismo tiempo, algo que debemos confrontar si deseamos realmente abrazar nuestra creatividad.
Una de las herramientas fundamentales que propone Julia Cameron es el ejercicio de las "páginas matutinas". La idea es escribir tres páginas al despertar, sin preocuparse por la calidad o coherencia, simplemente dejando fluir los pensamientos. En teoría, esto debería desbloquear nuestra creatividad, liberar tensiones y permitirnos conectar con nuestro artista interior. Sin embargo, para mí, las páginas matutinas son todo lo contrario a un ejercicio de liberación. Más bien, me hablan de mi resistencia al proceso, de mi miedo al cambio. ¿Por qué no quiero simplemente sentarme a escribir? ¿Por qué evitarlo, incluso sabiendo que es el primer paso hacia la rehabilitación de mi artista interior?
Creo que, en el fondo, la procrastinación en torno a las páginas matutinas refleja un miedo inherente a la transformación. Es más fácil seguir en el mismo lugar, hacer lo que ya estamos acostumbrados a hacer, que dar ese salto incómodo hacia lo nuevo. Mi trabajo actual, que es lo que conozco y manejo bien, me ofrece una comodidad que el proceso artístico, con todo su caos y vulnerabilidad, no puede. La "rehabilitación" a la que invita el camino del artista requiere un esfuerzo constante de autoaceptación y valentía. Reconocer que uno puede cambiar, explorar y enfrentarse a las propias inseguridades, es un paso difícil.
Sin embargo, a pesar de esta resistencia, algo mágico sucede cuando uno se compromete a seguir este camino. Voy en la Semana 5 de 12 y empecé a notar que, poco a poco, las oportunidades comenzaron a aparecer. Convocatorias de exposiciones que coincidían perfectamente con mi trabajo comenzaron a llegar, y amigos que sabían de mis intereses artísticos me buscaron para colaborar en pequeños proyectos. Algo dentro de mí empezó a cambiar, aunque al principio no me diera cuenta de ello.
Al final, las cosas se van alineando de manera sorprendente, y lo que parecía un proceso incómodo y lleno de obstáculos se transforma de a poco en algo lleno de posibilidades. Las oportunidades no surgieron porque me sentara a esperar que llegaran, sino porque empecé a abrazar el proceso, aunque no siempre de manera perfecta. La magia no ocurre cuando evitamos el cambio, sino cuando nos permitimos estar presentes en el proceso, aunque nos dé miedo.
Por eso, aunque al principio mi resistencia a las páginas matutinas y al proceso del cambio era fuerte, me di cuenta de que cada paso que daba, aunque fuera incómodo, me acercaba más a mi verdadera esencia como artista. El camino del artista no es solo una rehabilitación de nuestra creatividad, sino también una invitación a superar nuestros propios bloqueos internos y permitirnos crecer, aún cuando el camino no sea fácil.
Lo importante es no rendirse, aunque al principio no veamos resultados inmediatos. La magia está en el proceso, en la acción continua, aunque a veces no sepamos hacia dónde nos llevará.

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y de todos modos por acá en mi Diario seguiré contando de la rehabilitación de mi artista interior
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