Hoy quiero hablar sobre algo que he estado reflexionando últimamente: cómo el idioma en el que escribimos puede influir en nuestra manera de expresarnos y en nuestra confianza. En mi caso, escribir en español me da una sensación de seguridad que el inglés no logra transmitir de la misma manera. Es cierto, soy hispanohablante por nacimiento y por supuesto que esto afecta mi preferencia, pero también desde pequeña aprendí inglés y me siento cómoda con él.
Es cierto que el inglés se ha convertido en una herramienta clave para la productividad, especialmente en el mundo digital. Su uso es casi imprescindible en muchos contextos profesionales, académicos y tecnológicos. A menudo se asocia con eficiencia, con la capacidad de llegar a más personas o con la necesidad de adaptarse a un mercado globalizado. No obstante, me he dado cuenta de que, para mí, escribir en inglés se siente como una tarea enfocada en alcanzar ciertos resultados: hacer llegar un mensaje, optimizar contenido, generar engagement o simplemente cumplir con expectativas externas.

Por otro lado, cuando escribo en español, siento que puedo ser más yo misma. Es como si las palabras fluyeran más libremente, sin la presión de pensar en términos de productividad o de cumplir con un estándar específico. El español, con su riqueza y matices, me permite conectar mejor con mis emociones, mis ideas y mis pensamientos. Es un idioma que tengo dentro de mí, que he hablado desde siempre y que me da la confianza necesaria para expresarme sin barreras. Hay palabras y ejemplos del español que no podría encontrar en otro idioma como los diminutivos de las palabras y la lectura fonética que tiene.
Esta diferencia entre el español y el inglés no solo se da en términos lingüísticos, sino también emocionales. Al escribir en inglés, hay algo de desconexión, una sensación de estar ajustando constantemente mi manera de pensar para que se ajuste a lo que espero de un idioma más "neutro" o "universal".
Este fenómeno no quiere decir que uno sea mejor que otro, sino que ambos tienen diferentes funciones en mi vida. El inglés, como ya mencioné, tiene un rol importante en el ámbito profesional y productivo. Pero el español, con su cercanía y familiaridad, es el que me permite reflexionar, conectar conmigo misma y ser más auténtica.
Escribir en español me da una confianza que no puedo encontrar de la misma manera en inglés. Tal vez, lo que ocurre es que en mi lengua materna puedo permitirme ser más vulnerable y genuina, sin preocuparme por cumplir con expectativas ajenas. Y eso, para mí, es un regalo.
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